A principios del siglo XIX el hotel fue la mansión del marqués Pedro Claudio Duquesne, Capitán de Navío de la Armada Francesa, visitada por la más selecta nobleza de la época, dignidades eclesiásticas, autoridades militares y artistas de prestigio. Posee habitaciones de exclusiva ambientación, un lobby bar decorado con obras de arte, coloridos vitrales, monjes de cobre, retablos religiosos y un apacible patio interior con una preciosa fuente y un antiguo aljibe. Enigmático e íntimo, dado a la contemplación y la meditación.
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